Todo empezó con una barra.

El Blog del Vikingo | Blog # 1

Mateo El Vikingo

Practicar deporte me ha dado vida mil veces, esas veces que no me he sentido vivo. Desde que en segundo grado intentaba seguir las coreografías de bailes típicos para volverme el mejor, hasta cuando por competir en crossfit estudié, practiqué y llegué a levantar 100kg en cargada sin imaginarme que eran esas horas de entrenamiento las que me levantaban a mi. Cuando repetía tiros libres después del entrenamiento de fútbol o lanzaba más triples en basket aunque mi posición fuera defensiva. Incluso ahora, que me dedico al culturismo hacer 2 repeticiones más, en una sentadilla pesada y terminar al borde del colapso, me hace sentir vivo.

La dedicación, obsesión y disciplina me daban la oportunidad de destacar en lo que practicara, Además de la autocrítica y competencia interna que me obligaban a ir siempre más allá, más cerca de mi mejor versión. Llegó un momento en el cuál no encontraba el sentido, pues mi mentalidad no armonizaba muchas veces con lo que hacía. Quizás vi direcciones contrarias, tuve miedo al riesgo o no entendía, pero dejé cada proyecto aparte. Me negué a escalar un poco en el nivel;ya fuera hacer parte de equipos y ligas más organizados o incluso el profesionalismo. Ahora lo entiendo como una señal, una señal que en medio de ese desvío que tomó mi vida, llegó en forma de barra.

Esa barra cargada de historia y sudor aún me acompaña. la tengo como recordatorio de las veces que me rendí de cargarla y la rodaba por el piso. De las veces que me quité de esos proyectos, perdí esas oportunidades y no quise avanzar por miedo. Pero más aún para que me recuerde que no debemos quedarnos en eso, que debemos resaltar la necesidad de fallar, no por fallar, si no por mejorar. Por caer en la oscuridad y aún desde allí poder ver luz para levantarse.

Ver oportunidades y soluciones donde parece haber fallos y problemas lo aprendí con esa barra. Lo aprendí gracias a mi mejor amigo, con el que a veces hablamos de eso y me recuerda orgulloso:”Y mire el gimnasio que tiene ya mijo, siempre adelante.”

La conexión con mi mejor amigo es tan alta que desde mi nacimiento, sin saber, él sabe que necesito y hacia dónde voy. Pues adelantado a todo una vez, al verme entusiasmado haciendo ejercicio en el parque, me trajo un pedazo de barra que había sobrado de un montacarga. Pesaba unos 8 kg, fría y plateada: “Pa que siga entrenando pues” Yo me sentía Ronnie Coleman. Aunque al principio fue difícil por el agarre, con ella hacía curls para mis biceps incluso sentadillas para mis piernas. Empecé a salir con ella al parque, me ayudó a mejorar en dominadas y flexiones. Fue la barra quién despertó en mí esa furia interior con la cuál hasta hoy entreno. Aunque debo aceptar que nunca empecé queriendo ser un musculoso más de los posters que habían en el gym, no lo entendía.

No en un gimnasio, sino en un parque.
Sin saber que un pedazo de acero cambiaría mi vida.

Nacido del hierro, moldeado por la oscuridad. — Vikingo