
Cuando la terapia sabe a café: 5 pasos para reconectar contigo
Aurea | Blog # 1
Maria Camila Calle


Hola, soy Camila Calle, psicóloga con enfoque cognitivo-conductual, y mi manera de acompañar es distinta: me he convertido en la psicóloga que a mí me hubiese gustado tener. En mis consultas me acerco con amor y comprensión, extiendo el tiempo si hace falta, a veces comparto mis números porque sé que cuando estamos en ansiedad, depresión, estrés o conflictos afectivos no solo “vamos a terapia” sino que necesitamos respaldo humano. Hoy quiero compartir contigo una analogía entre preparar un buen café y el proceso psicológico que muchos vivimos cuando atravesamos un malestar emocional. Porque, igual que con un café, a veces se trata de los tiempos, la temperatura, el aroma, y de permitirnos saborear ese momento de cambio.
Cuando preparamos un café verdaderamente bueno, no usamos cualquier grano, a veces probamos distintos orígenes, vemos su tostado y su textura. Y si te dijera que en un proceso psicológico pasa algo similar, me creerías?, pues sí lo es, El primer paso es reconocer que hay un malestar , depresión, ansiedad, estrés, problemas en las relaciones y traerlo a la luz. No ignorarlo. Eso ya es un acto de valor. Porque igual que un grano de café seleccionado con respeto promete buen aroma y sabor, reconocer que “me pasa algo” abre la posibilidad de cambio.
Selección del grano → tomar conciencia del problema
Molienda adecuada → romper patrones rígidos
Un buen café requiere que el grano se muele justo en el momento: ni demasiado grueso, ni demasiado fino. En terapia cognitivo-conductual, parte de mi trabajo contigo consiste en “romper” o “aflojar” esos patrones rígidos que nos aprisionan: pensamientos automáticos negativos, creencias como “no sirvo”, “siempre me va mal”, “no merezco estar bien”, o conductas que repetimos sin darnos cuenta. Moler significa permitirnos cambiar la forma, flexibilizar. Es un proceso. A veces incómodo, sí. Pero es necesario para que el café (o la vida) tenga su mejor sabor.


Agua a la temperatura adecuada → emocionalidad y regulación
Cuando el agua está demasiado fría, el café no se extrae bien; cuando está demasiado caliente, puede “quemar” el sabor. En la vida emocional ocurre algo parecido: si nuestras emociones están congeladas (inhibidas) o, por el contrario, en ebullición constante sin pausa, no podemos “extraer” lo valioso del cambio. Parte de mi acompañamiento es ayudarte a regular: a calmar el torbellino, o a despertar lo adormecido. Porque en ese punto medio - agua tibia, controlada — es cuando podemos extraer lo más rico: la claridad, el sabor del cambio, la suavidad de sentirnos bien con nosotros.
Infusión, espera, saboreo → trabajar el proceso y cultivar la nueva narrativa
Una vez que el café se prepara, se infunde, se espera unos momentos, y luego se disfruta. En tu proceso psicológico no es distinto: después de los pasos anteriores, viene trabajar, practicar nuevos pensamientos y conductas (como en terapia cognitivo-conductual: identificar distorsiones, cuestionarlas, adoptar alternativas), y esperar los resultados sin apresurarlos. Te acompaño en esa espera, porque muchas veces queremos ver “resultados” ya, pero el buen café y la buena vida requiere paciencia. Y luego viene el saboreo: darte cuenta de que “sí, cambié”, “sí, respiro mejor”, “sí, mis relaciones mejoran”. Y disfrutarlo.
Compartir la taza → conectar y sostener
El café muchas veces se disfruta mejor acompañado, en conversación, en pausa. En terapia humana, cercana, que es cómo trabajo yo contigo, también se trata de compartir: de sentir que no estás sola/o. Me gusta estar ahí, extender el tiempo cuando es necesario, porque sé que esas transiciones son vitales. Como cuando invitas a alguien a tu casa para un café, compartir una taza es también decir: “aquí estoy, me importa”. Eso es lo que quiero para ti: que una vez preparado ese “café interno” con más conciencia, regulación y nuevas narrativas, puedas compartirlo con tu entorno, y crear una red que te sostenga.


Preparar un buen café es un ritual, un acto de cuidado. Tu proceso psicológico también lo es. Como psicóloga cognitivo-conductual, mi compromiso es acompañarte con cercanía, profesionalismo y humanidad — porque estoy convencida de que puedo ser para otros lo que me hubiese gustado tener. Si estás viviendo depresión, ansiedad, estrés o conflictos afectivos, te invito a que nos acerquemos juntos al “café” que aún no has probado: uno donde tú eres el grano seleccionado, tú la infusión, tú la taza finalmente disfrutada. Y recuerda: no estás solo/a. Estoy aquí para ti.
Te invito a que me contactes, y comencemos ese ritual de cambio acompañado.
